Empiezan a alargarse los días. Aumentan las horas de luz, y pocos jornadas antes de asomar la primavera, descubrimos nuevas marcas a los pies de los árboles.

Solo unos días antes, podíamos ver grupos de machos y hembras desplazarse entre los bosquecillos. Asomándose a los praderones y compartiendo los primeros brotes de los arbustos y zarzales.  Pero parece sonar el calendario de la primavera, y ya resulta más difícil verles juntos a machos y hembras. Su periodo gregario de invierno torna a una vida más en solitario.

Con la cuerna ya completada, pero cubierta aun de su borra, los corzos no frecuentan rascaderos. Aun no parece el mejor momento.  Pero casi a cada paso, la base de los arboles queda limpia de hojas y hierbas, fruto del rascado impetuoso de las pezuñas de los corzos.

Caza con arco y arquería tradicional Arcodos

Ver el campo cubierto de hojas secas, blanqueadas por los hielos y el agua. Y de repente pequeños clareados en los que solo se ve la tierra oscura al pie de los árboles. Algo ha cambiado, o algo está por cambiar.

Caza con arco y arquería tradicional Arcodos

Búsqueda de nuevos pastos, pero principalmente búsqueda de recuperar el territorio de verano. Territorio diferente, más amplio, más estratégico, con un marcado interés reproductivo.  El marcado del nuevo territorio por los corzos, se hace a base de sustancias químicas. Sustancias olorosas que son un nuevo lenguaje que posicionará a cada macho en su territorio.

Las glándulas odoríferas que portan los corzos en su cuerpo son los pinceles con los que trazan los mensajes destinados  a sus congéneres y adversarios.

Estas glándulas están localizadas en la zona de la frente, en las pezuñas traseras y delanteras, así como en la cara, muy próximas a los ojos.

Caza con arco y arquería tradicional Arcodos

Mas visibles son los roscaderos de sus cuernas, en donde pelan literalmente  pequeñas ramas y arbolillos. Literalmente, repito,  descorrean las ramas, las pelan y muchas veces terminan secándose.

Las rozaduras en el suelo se realizan con las patas. Las pezuñas  son muy afiladas y dejan unos surcos marcados, muy visibles. Limpias de hojarasca pequeñas superficies de algo más de medio metro cuadrado, en la base de árboles. Carteles publicitarios muy visibles para otros corzos y también para nosotros.

Los machos dominantes, cada año suelen repetir el marcaje de su mismo territorio. De mayor o menor tamaño en función del tipo de terreno, el territorio se repite año tras años. Si el macho dominante muere, otro intentará ocupar ese lugar, su rango y su espacio vital y reproductivo.

El marcado, en suelo o en arbolado, permite avisar al resto de machos de que él es el líder en esa zona. Los jóvenes machos que se encuentren con poder y fuerza, seguramente crucen las líneas marcadas y terminarán por enfrentarse. Un territorio, un corzo.

Las hembras pueden tener a su vez su propia zona o territorio. Normalmente coincidiera en parte con el de algún corzo o de varios. Solapan zonas con los territorios de otros corzos machos, se entremezclan.

A diferencia de los ciervos que buscan mantener un aren, los corzos  hacen intransitable para otros machos una zona específica. Su territorio.

Las marcas en el suelo. Otro lenguaje más a interpretar.

Alejandro Martín “TioJander” ARCODOS . 605043523 www.arcodos.com Economista, Licenciado C.U.N.E.F. Consultor financiero facebook.com/tiojander.alejandromartin Instructor Caza con Arco. IBEP ; RFEC;